Llamaron a la puerta y cuando abrió se encontró a su amiga -la que no veía hace meses- que aparecía por sorpresa.
Después de los holas, abrazos y besos; ella pidió permiso para ducharse, el viaje había sido largo y caluroso.
El se fue a la cocina para preparar algo que comer y ella, mientras se iba quitando ropa para ducharse, entraba y salía de la habitación manteniendo la conversación. Indudablemente seguía teniendo un desnudo impresionante.
Ella hablaba a gritos desde debajo del agua, él le contestaba mientras hacía una tortilla de patatas, descorchaba un riesling que conservaba para alguna ocasión especial, cortaba unos tacos de su mejor queso, colocaba el pan en una cesta, elegía para música de fondo el CD que había grabado con canciones de la Melua, la Williams y alguna excelente voz femenina más y encendía unas velas.
Ella apareció recién duchada y con un mini vestido.
Empezaron a charlar a falta de quince minutos para las ocho de la tarde. Desde el primer momento dio la sensación que no habían existido los meses de separación. Hablaron de todo, se contaron, rieron -como siempre rieron mucho- se interrumpieron...
Cuando ella retiró el tercer café y se apoyó en la bandeja-espejo, se dieron cuenta que había sueño. Pasaban diez minutos de las cinco de la mañana.
Se regalaron ver el amanecer en silencio. Entonces dejaron de soñar y se fueron a dormir.
Suele...
ResponderEliminarErik: Es bueno soñar despierto. Alcanzar lo que se sueña es ya la ostia.
EliminarMe encanta la sensación de relieve del primer dibujo, y la segunda es simplemente deliciosa.
ResponderEliminarHay personas con las que tenemos una conexión especial y cuando volvemos a verlas, a pesar del tiempo, somos capaces de conectar como si no hubiera existido ese tiempo. Vivirlo y apreciarlo es fundamental.
Esas charlas, bañadas de buenos detalles, y sin horarios finales son una delicia y uno de los grandes placeres de la vida. Y ese: como siempre rieron mucho, un tesoro.
Una historia que merece no ser un sueño y terminarla durmiendo juntos.
Carmela: La primera es una obra que se sale de lo común. La segunda es otra maravilla de Van Hove.
EliminarEsos encuentros mágicos me han ocurrido varias veces con amigos de la uni. Es igual el tiempo pasado, empezamos a hablar como si nos hubiéramos visto el día anterior.
De lo mejor de la vida. Charlas con hora de comienzo pero sin hora de fin. Y si, las mejores son las que contienen mucha risa.