Acabó la fiesta.
Llegó el amanecer con su larga tradición de desencanto.
Lo que había empezado como una posibilidad ilusionante había acabado resultando una triste decepción más.
Dejó de escribir en el portátil y rememoró la noche anterior.
Recordó el momento cuando se incorporó en la cama intentando que no se despertara y al sentarse en el borde reparó que uno de los libros del suelo era de uno de sus raros autores preferidos.
Le extrañó que un tipo tan plano leyera eso.
Y le pareció cuanto menos curioso que conocer que sus lecturas coincidían con lo que a ella le gustaba o lo bien dotado que estaba físicamente no la motivaran para desear un nuevo encuentro.
Es la edad -se dijo- pasar de los treinta te empieza a hacer más selectiva. Sabes lo que quieres y lo que no. Y una de las cosas que no quieres es estancarse conformándote con menos de lo que tu misma crees que te mereces.
Volvió al portátil y escribió: Habrá otras fiestas, otros amaneceres. Esos si encantadores y con carga de ilusión. Que la impaciencia no te haga conformarte.
Estoy segura que, más que saber o tener claro qué te gusta, quieres o deseas, sea más importante lo “que no”...
ResponderEliminarUn beso.
AlmaBaires: Lo que no sirve para escapar de los naufragios. Es temporal.
EliminarLo difícil es saber lo que si y trabajar para conseguirlo.
Me paso la vida en ese trabajo.
Ese incorporarse en la cama intentando que no se despertara… ya lo indica todo; no es precisamente como me gusta vivir el amanecer después de una hermosa noche.
ResponderEliminarCarmela: A lo que hay que sumar que no es la primera vez...pero está bien que no se rinda por cansancio. Intentar el la base para conseguir.
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