En la ventana del edificio de enfrente se intuía el calorcito, sentada en el sofá la mujer leía una historia contada con palabras de una persona de otro continente, de otra época.
Fuera el viento rellenaba de frío todos los rincones de la calle, pero los dos jóvenes seguían murmurándose palabras recién encontradas, subiéndose las solapas de los abrigos, usando la temperatura como coartada para acercarse más.
Parado el coche ante el semáforo, con la calefacción a tope, el hombre miraba impaciente el rojo que le impedía avanzar hacia lo único ilusionante de la jornada.
Desde su ventana, en el piso alto, al calor de una chimenea que añadía confort al momento; la madre veía las tres formas de vivir el momento y calibraba en cuál de las escenas le gustaría ser protagonista.
Ajena a ella, su hija de siete años jugaba a ir a la compra con su bolsa verde y hablándole al helado como si fuera un micrófono "ya sé que quiero ser de mayor: ¡¡mariposa!!"
Eres genial. Absolutamente.
ResponderEliminarLUZ: Que sepas que se te concede libertad para opinar las veces que quieras.
Eliminarjejejeje