Que conste que la culpa la tuvo un tropezón. Es cierto que en ese momento mi atención estaba focalizáda totalmente en la parte trasera de la homenajeada, pero la cosa no fue a propósito.
Cuando llegué al cumpleaños -como siempre tarde y sin regalo- las chicas ya se habían apoderado de la cocina y estaban destripando al genero masculino en general y a los que estábamos en la fiesta en particular.
Lo de los chicos era peor, un poco "perjudicados" por la bebida discutían sobre si había sido o no penalti una jugada de un partido acabado hace más de tres días. Eso si, sin lógica. Los que eran del equipo atacante coincidían todos en que había sido clarísimo. Los del equipo que defendía eran unánimes a la hora de decir que de falta nada de nada.
Ante tan desolador panorama -y seguro de que las chicas no me acogerían- me agencié una botella de Chablis me fui a la poblada biblioteca y -acompañado de las mascotas de la propietaria- pasé un tiempo sin que mi ausencia fuera detectada.
Bueno, fue un poco mas que eso, la gente empezó a marcharse dando la reunión por terminada. Al acabar la lectura que me había acaparado la atención y en vista de que no oía ruidos salí y me di cuenta de que la casa estaba vacía, de puntillas -por si la propietaria y cumpleañera estaba durmiendo- pasé por el lavabo a vaciar parte del vino bebido y cuando iba hacia la puerta la vi en la super mega terraza preparándose una bañera -desnuda- y ahí fue cuando focalicé en su retaguardia y tropecé, con el ruido ella se dio la vuelta (comprobé entonces porque les llamaba las legendarias) me miró, sonrió y traviesa me pregunto; ¿ese es mi regalo?
¡Ah! ¿No les había contado de mi mundialmente famoso despiste? Me olvide de subirme la cremallera y tenía la "churra" fuera del pantalón.
En esa situación ¿como iba a dejar a una amiga sin regalo?
Una suerte llevar el regalo encima , sin haberte tenido que pensarlo ni comprarlo.
ResponderEliminarTracy: Es que hay veces en la vida en las que todo se pone de cara.
EliminarNo hay que olvidar que el libro resultó interesante.
jajaja
ResponderEliminaral despiste habría que sumarle el chablis...
una buena biblioteca,
una respuesta rápida e ingeniosa,
una sonrisa traviesa...
hablan muy bien de la cumpleañera
(y suman mucho interés a esas legendarias y esa retaguardia...)
f: Es que esas son las características que hacen que mi prota se acerque a la cumpleañera.
EliminarLas legendarias y la retaguardia son bienvenidas, pero no son lo especial.
Pues yo creo que si le hubiese regalado uno de los libros de esa biblioteca, la cumpleañera no se habría dado cuenta de que lo había cogido de ahí :D
ResponderEliminarÁngeles: ¡¡Ah, no!! Si mis protas tienen libros es porque los leen. No vale tenerlos de adorno.
EliminarSi hay muchos es que lee mucho.
¡¿Cómo?! ¿Pero que además de ser amigos hay que regalarse?
ResponderEliminarBueno, si es de los regalos que usa tu prota me parece bien, otra cosa sería enviar a un buen amigo a comprar compulsivamente o incluso delinquir para saciar el ansia de abrir paquetes (de los otros paquetes, que de este ya he dicho que me parecái bien)...jajajaja
Alicia: Hay que regalarse como muestra de hecho de que estás en su cabeza.
EliminarEl regalo de mi prota es una rápida adaptación a la situación...por parte de ella, claro.
Los amigos compran -¿he dicho compran?- compulsivamente lo que saben que le gusta a la persona a la que regalan. Cuando son un desastre regalando usan la táctica de tener un plan a y un plan b y alargan la entrega del regalo hasta que el ansia por recibirlo hace bueno cualquier detalle.
Pero lo importante es que haya la muestra palpable de que se recuerda. Aquello de hechos, no palabras.