No le costó nada adaptarse a la nueva ciudad. En realidad cualquier cambio que le alejara de la rutina de su vida anterior le satisfacía.
Tener que aprender las habilidades de su nuevo puesto de trabajo, conocer a sus compañeros, adaptarse a su nuevo apartamento, más pequeño pero frente al mar, a las calles desconocidas por las que ahora caminaba…todo le mantenía interesado.
Sin conexión wifi se acercó hasta el paseo marítimo en busca de un café con disponibilidad. El Hope le gustó. Había música pero a un nivel que permitía hablar. Mesas amplias, con espacio, un suelo de madera gastada que le encantaba, calidad en lo que servían y calma. Parecía que al entrar llegabas a un remanso de paz.
También le gustaron los cuadros de la pared, que averiguó que se cambiaban semanalmente. Le hizo gracia que justo ese día hubiera una trozo de la estatua de la libertad, le hizo pensar en si mismo hace unas semanas, cuando se camaleonaba del color que los demás esperaban y escondía detrás de una sonrisa falsa su frustración.
El Hope era un local en el que siempre había gente, pero nunca parecía repleto.
Un buen lugar desde donde empezar la construcción de su nueva vida basada en los pilares de trabajar en lo que le gustaba, disponiendo de tiempo y espacio para el mismo.
Tener que aprender las habilidades de su nuevo puesto de trabajo, conocer a sus compañeros, adaptarse a su nuevo apartamento, más pequeño pero frente al mar, a las calles desconocidas por las que ahora caminaba…todo le mantenía interesado.
Sin conexión wifi se acercó hasta el paseo marítimo en busca de un café con disponibilidad. El Hope le gustó. Había música pero a un nivel que permitía hablar. Mesas amplias, con espacio, un suelo de madera gastada que le encantaba, calidad en lo que servían y calma. Parecía que al entrar llegabas a un remanso de paz.
También le gustaron los cuadros de la pared, que averiguó que se cambiaban semanalmente. Le hizo gracia que justo ese día hubiera una trozo de la estatua de la libertad, le hizo pensar en si mismo hace unas semanas, cuando se camaleonaba del color que los demás esperaban y escondía detrás de una sonrisa falsa su frustración.
El Hope era un local en el que siempre había gente, pero nunca parecía repleto.
Un buen lugar desde donde empezar la construcción de su nueva vida basada en los pilares de trabajar en lo que le gustaba, disponiendo de tiempo y espacio para el mismo.
Menos dinero pero más tiempo para gastarlo.
Pidió un vino y empezó a teclear en el portátil.
Creo que tu protagonista te rezará por las noches ;)
ResponderEliminarYo me quedo mordiéndome las uñas por saber qué estará tecleando.
Ángeles: Mis protas ya no me rezan porque saben que acabaré acercándoles al lugar donde residen sus sueños.
EliminarImagina lo que quieras, desde un intento de cuento corto hasta una entrada en un blog, todo tiene cabida en el mundo de las posibilidades.
simplemente encontró su lugar....
ResponderEliminarbesos.
Marie: eso tan simple que a veces se hace tan complicado de conseguir.
EliminarMe encanta el tono calmado del relato.
ResponderEliminarTransmite la libertad que se siente al llegar a un lugar nuevo y no tener que simular nada.
Aunque está bueno, también, hacerlo en la propia casa.
Qué linda descripción del lugar.
Pd: ¿Enserio hay que esperar a mañana?
Eme: es calmado porque el tipo va encontrando lo que le satisface, y eso provoca tranquilidad.
Eliminarlograr ser lo que se es, sin tener que vivir con la careta del disfraz colocada permanentemente, es magnifico.
seguro que es su nueva casa con vistas al mar, aunque pequeña, también esta bien. Seguro que en cuanto se ponga la conexión a internet escribirá en casa y pasara por el Hope a socializar.
He visto unos cuantos Hopes en mi vida, y para llegar a esa categoría es necesario cumplir unos requisitos: Calidad en lo que se sirve. Espacio (nada de mesas una encima de la otra). Música que no tape las conversaciones. Se considera muy positivo suelo de madera gastada por el uso.
Pd: Te diré un secreto; yo ya me se los dos capítulos terminales (jijijiji) Ayer no me los sabía. Pero la idea definitiva vino a visitarme. Solo adelantaré que el paso cuarto es un poco loco.
mepa que cinco entregas queda corto...
ResponderEliminarf: Da.
EliminarSolo se trata de precipitar un poco las cosas.
Y alguna elipsis de tiempo (nunca igualaremos la de 2001 una odisea del espacio).
No nos dices si se va de alquiler o compra, si ha pedido hipoteca o si necesita aval. Si en el nuevo trabajo está a media jornada o completa (o, mejor aún, si trabaja desde casa). Tampoco qué música suena en el Hope cuando entra ni si el vino es blanco o tinto. ¡Ni siquiera nos dices quienes de los habituales están! (la de las bolsas no, seguro, porque entonces se hubiera escuchado "una cosa te voy a decir..."
ResponderEliminarHay que ver cómo eres. No nos cuentas NADA. Deberías ponernos YA los dos capítulos que faltan
...¿cuela?
Alicia: Seguro que tu tienes tu propia idea sobre todo eso que yo no digo.
EliminarNo, me acabo de dar cuenta de que en este cuento no aparece misscienmilbolsas. Jota si, en el siguiente pase, que tengo que retocar un poco por que es un pelín loco.
No cuela, pero el intento ha sido muy bueno.
Total no es una historia que tenga mucho secreto (exceptuando en que trabaja, que tipo de contrato tiene, que música suena o el color del vino)
El Hope siempre me ha parecido un buen lugar para asentar los pilares de cualquier principio.
ResponderEliminar;) besitos
Nieves: esa me parece un descripción del Hope que llena de orgullo a todos sus habitantes.
EliminarYo también elegiría el Hope para empezar una nueva andadura.
ResponderEliminarMuchas veces pensando en tus entradas, creo que un tanto por ciento elevado de su éxito es el Hope por su calidez y porque nos acoge a todo el mundo que pasaos por élsin pensar si somos asiduos o no.
Felicidades.
Tracy: Es la idea primigenia del Hope, ser un lugar de encuentro sin discriminaciones y con el intento de que quien acude se sienta cómodo.
EliminarQue quien aquí llega se sienta como en su casa.