Llega el verano y empezamos a movernos.
Unos viajan al extranjero, a empaparse de otras formas de vida, a llenar los ojos de maravillas casi siempre lejanas, a conocer nuevas costumbres, a sacarse de encima -felizmente- viejos prejuicios acumulados en los círculos cerrados en los que nos movemos .
Otros viajan a la playa, a la delicia del baño que repara momentáneamente la temperatura corporal. Al paseo al atardecer cuando el sol ha perdido parte de su agresividad, a un tiempo que parece ir más lento. A romper las rutinas cotidianas. A lanzarse a "locuras" que no se realizarían en el entorno habitual.
También están los que viajan a su interior. El viaje más largo, enriquecedor, difícil y necesario de todos.
Y empezamos a notar la importancia que han tomado en nuestras vidas esas personas que aparecieron en esta pantalla que abre nuestras casas al mundo.
Y sabemos que nos han impuesto su agradable presencia, porque notamos (mucho) su ausencia.
Y les echamos de menos. Y cada día comprobamos desolados que no aparecen por la puerta virtual.
No están. Pero existen, les percibimos.
Les quieres de vuelta, les regalarías un portátil con conexión wifi, les ofreces tu mail para que se presenten desde un ciber café o desde su hotel.
Hay un pequeño consuelo: Sabes que volverán.
Llega el verano y empezamos a movernos.
Unos viajan al extranjero, a empaparse de otras formas de vida, a llenar los ojos de maravillas casi siempre lejanas, a conocer nuevas costumbres, a sacarse de encima -felizmente- viejos prejuicios acumulados en los círculos cerrados en los que nos movemos .
Otros viajan a la playa, a la delicia del baño que repara momentáneamente la temperatura corporal. Al paseo al atardecer cuando el sol ha perdido parte de su agresividad, a un tiempo que parece ir más lento. A romper las rutinas cotidianas. A lanzarse a "locuras" que no se realizarían en el entorno habitual.
También están los que viajan a su interior. El viaje más largo, enriquecedor, difícil y necesario de todos.
Y empezamos a notar la importancia que han tomado en nuestras vidas esas personas que aparecieron en esta pantalla que abre nuestras casas al mundo.
Y sabemos que nos han impuesto su agradable presencia, porque notamos (mucho) su ausencia.
Y les echamos de menos. Y cada día comprobamos desolados que no aparecen por la puerta virtual.
No están. Pero existen, les percibimos.
Les quieres de vuelta, les regalarías un portátil con conexión wifi, les ofreces tu mail para que se presenten desde un ciber café o desde su hotel.
Hay un pequeño consuelo: Sabes que volverán.
Llega el verano y empezamos a movernos.
algunas seguimos por aquí ...
ResponderEliminarbesos
Marie: Tu eres ya una de las más duraderas.
EliminarEl verano es para hacer todo eso que estuvimos pensando mientras pasábamos frío 😊😊
ResponderEliminarBesos
Nieves: Si se logra hacer tod será un gran verano. Aunque no está de más hacer lo que se pueda solo pensarlo.
EliminarGracias por hacer que te sintamos cerquita
ResponderEliminarOdalys: De nada, un placer.
EliminarHay quién se mueve sin cambiar de ciudad.
ResponderEliminarHay quién cruza el mundo y sigue dónde estaba.
Lo importante es que quién quiera, volverá. Y a veces irse es solo una excusa para volver (recuerdo una entrada tuya que iba de esto no hace mucho).
Alicia: Hay tantas maneras de viajar.
EliminarLo importante no es solo eso, es muy importante trasmitir que se es libre para marcharse, que quedarse para nada es una obligación.