Cuando Olivia llegó al Hope yo no podía parar de reirme.
Aguantó con calma mi risa incontrolada -su paciencia conmigo es legendaria.- lo que se agradece.
Se lo pude explicar -una media hora más tarde- ya apoyados en la barandilla de su ático.
La historia era sobre una ráfaga tomada de una conversación escuchada en la mesa más próxima a la que yo ocupaba mientras la esperaba.
La prota la del jersey azul y su acompañante. El tipo le había dado la vara durante bastante rato con una cháchara intrascendente.
* Me fascina tu cabeza, me estimula la fantasía. Dijo ella.
* ¿Psicóloga?
* No. Arquitecta. Tengo pasión por los espacios vacíos.
Lo malo fue que (a) no puedo asegurar que el tipo no se haya dado cuenta de mis carcajadas y (b) Olivia sigue riendose por las esquinas y he tenido que hacer la cena yo.
Hay gente que no se entera ni haciéndole un dibujito...
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, son fascinantes, pero cansan enseguida.
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