Al entrar en el Hope el tipo se percató que aquel no era un sitio normal. En sus paredes unos cuadros enormes de mujer en ventana. No demasiada gente y casi toda hablando por sus teléfonos móviles. Aun así, ambiente cálido para protegerse del frío exterior.
De camino a una mesa vacía oyó lo que decía una joven "Me agobias, y si me agobias ¿por que no te lo voy a decir?"
Sonrió y se apoderó de su lugar como si fuera una costumbre.
A su derecha una morena muy atractiva, se sacaba el cigarrillo de la boca para susurrar:
"Ayer se me olvido decirte lo que me gusto ese correo, lo que me gusto esa frase, lo que se me abrieron los ojos cuando vi de donde la habías sacado. Muy buena, muy buena. Una vez mas sabes meter cada comentario, cada frase en los recovecos de la cotidianidad. Impresionada me has...una vez mas."
Y todavía al acercarse a la barra para pagar, escucho lo que un treintañero con mas barriga que cabeza le decía a su amigo "No, lo mío no es barriga, es el deposito de combustible para la maquina sexual que soy". El otro sin levantar la vista de su pantalla le contesta "¿Eso te ha funcionado alguna vez?" El cintura ancha bebe de su extra vaso de cerveza y comenta "Nunca. Nada"
Si decididamente era un local raro, daba la sensación que en cualquier momento podía pasar algo. Al abrir la puerta para salir vio como un joven se subía a una mesa y exclamaba; "Siempre hay razones para hacer locuras".
Paseaba a ritmo rápido para contrarrestar el frío y se decía a si mismo "nota mental: Tengo que volver a este sitio".