Vacaciones en hotel de playa. Nada que hacer, decidí dar un paseo. En el hall del hotel, debajo del cuadro de tranvía y cola, un tipo trajeado hablaba por teléfono, alcancé a oírle decir con tono guerrero: "Cierto, todos nacemos ignorantes, pero algunos trabajáis duramente para convertiros en estúpidos".
Salí a la calle, el hotel estaba colocado en el paseo marítimo. Un despeinado, vestido con pantalones cortos y una camiseta de la Olimpiada de Sydney casi susurraba a su móvil: "Querida amiga si alguna vez te sientes mal por algo, llámame. Cantaré para ti. Te tocará decidir que es peor". El tipo sonreía.
Volví pronto al hotel. El calor era insoportable hasta en la sombra. Fui a la zona de la piscina, el bar era fresquito y tranquilo.
Me desvié ligeramente (rodee la piscina por el camino más largo) por que vi a dos jovencitas que para secarse se iban quitando ropa.
Al pasar por su lado la sin braga le decía a la sin todo: "Pero ser famosa en instagram viene a ser como ser millonario en el monopoly".
Me senté. Pedí un cosmopolitan. A mi lado un veinteañero le decía a su amigo: "Mi novia es una inmadura, tio. Ayer entró a lavarse los dientes mientras yo estaba en la bañera y me hundió todos los barquitos".
La verdad es que no he hecho gran cosa, pero no clasificaré esta mañana en el grupo de desperdiciadas.