En la ventana del edificio de enfrente se intuía el calorcito, sentada en el sofá la mujer leía una historia contada con palabras de una persona de otro continente, de otra época.
Fuera el viento rellenaba de frío todos los rincones de la calle, pero los dos jóvenes seguían murmurándose palabras recién encontradas, subiéndose las solapas de los abrigos, usando la temperatura como coartada para acercarse mas.
Parado el coche ante el semáforo, con la calefacción a tope, el hombre miraba impaciente el rojo que le impedía avanzar hacia lo único ilusionante de la jornada.
Desde su ventana, en el piso alto, al calor de una chimenea que añadía confort al momento; la madre veía las tres formas de vivir el momento y calibraba en cual de las escenas le gustaría ser protagonista.
Ajena a ella, su hija de siete años jugaba con el animalito y acababa de decidir que seria cuando fuera mayor: Mariposa
Mientras se viva con ilusión, la que sea, cualquiera de las tres es una buena manera de vivir.
ResponderEliminarDulce el deseo de la niña de convertirse en mariposa, ¿qué cualidades le atraen de ella? Es interesante ese identificarse con un animal. Bonitas mariposas, en sentido real y en el figurado.
Conxita: Hay casi tantas maneras de vivir satisfactorias como personas.
EliminarSolo hay que saber elegir.
Los deseos de la niña van -todavía- mas allá de la realidad. Pero no empieza mal.
Ángeles: Pues me has dejado encantado.
ResponderEliminarFíjatetú, yo le cambiaría el título (aunque el tuyo es igualmente válido) por ....
ResponderEliminar... latidos de una vida cualquiera en un segundo.
Porque cualquier vida es válida y buena si late.
Alicia: Y parafraseando los conocidos titulos de Carver y su repetición de palabras; Latidos de una vida cualquiera en un segundo cualquiera.
EliminarY si, cualquiera es valida si late...a gusto de quien la vive.
Me imagino un mundo lleno de mariposas sobre un cielo encapotado. Es precioso. Yo también quiero ser una de ellas.
ResponderEliminarGadi: Me es fácil imaginarte como una de ellas.
Eliminar