de cómo -a veces- salen los planes

Me levanté con ganas de vida. Planeé el día perfecto: Desayuno en el Hope, quedar para un polvo mañanero, comidita en la cama, igual otro polvo de "horadelasiesta" y cena.

Fuí al café a desayunar, en uno de los sillones un tipo espatarrado le decía a su atenta acompañante: "Pues yo he decidido no contarle mis problemas a la gente. Al 80% no les interesan (Pausa) el otro 20% se alegran".

Mi café latte con canela, genial. Mi posible cita contestó e mi llamada y me dijo que de quedar nada que ella estaba en Soria.

Salí a patear el centro visto que mi plan se torcía. Dos mujeres caminaban delante mía, oí lo que una decía: "Estoy harta tía, lo que me gusta o es ilegal, o es carísimo o es "soloamigos".

Decidí ir a comer al Hope, su mundialmente famosa ensalada de arroz, pollo, atún, queso y aceitunas.

Debajo del cuadro de la que parecía una monja por la cruz, que dicho solo de paso cruz que vi en la segunda mirada, una mujer joven le decía a su acompañante (mujer mucho mayor): "Esa monja es un poco irreverente pero parece rezar seriamente por todos los muertos que este virus anda dejando". La mayor con media sonrisa le contestó: "En todo este tiempo hay una buena noticia, parece que desde marzo no ha habido ni una sola muerte por vejez".

No creo que la joven cogiera el tono irónico. Mi ensalada de arroz, genial.

Por la tarde en casa, preparado en mi ultrasuper sillón para ver una vez más "Muerte entre la flores", con mantita y vino incluidos pensé que el que las cosas no salgan como se planean no necesariamente significa que hayan salido mal.