
En el Hope. Por la mañana.
Tomaba mi café con leche y canela cuando se sentaron en la mesa de mi derecha. El que hablaba rivalizaba a poco pelo conmigo pero aunque el tipo iba muy despeinado en eso ganaba yo muy sobrado.
"... ¿y si vuelvo a viajar para verla? ¡Que horas pasaríamos! hablando de lo que le gusta y no, de lo que le gustó pero ya no, de lo que nunca le gustará, de lo que hace bien o mal, del lado sombra de las calles soleadas, de si tiene miedos, de escalar montañas urbanas, de ayudar a viejecitas en apuros, de colores y bragas, de novelas, de cine, de novelas en el cine, de fotografía y pintura y otra vez de novelas, de porque 'el guardián en el centeno' se llama como se llama, de la invernación de los osos polares, de los olores de los que no me entero, de si me cambio de gafas, de mis gracias y sus risas...."
En la pared Natalie volvía la cabeza como interesada. Pensé que esa era una lista de temas de conversación muy prometedora.
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En casa. Al anochecer.
* ¿Y el lápiz?
* Para subrayar y escribir.
* ¿Y que subrayas?
* Frases que atraen mi atención.
* ¿Y qué escribes?
* Te leo lo último; dure lo que dure la vida te parecerá corta. Pero es lo que es. No te dejes aprisionar por las reglas, aléjate rápidamente de las gentes negativas, pero abraza lentamente a quienes quieres...y quien dice abrazar dice tu ya sabes, no pongas barreras a las risas y no te disculpes nunca por hacer lo que deseas.
* Me apunto a todo.
* Y tú, ¿por qué estás tan preguntón?
* Para diluir entre muchas la pregunta importante.
* ¿Que es?
* ¿De qué color llevas las bragas?
* ¿Que bragas?
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Igual parezco superficial, pero ya he tachado uno de los temas de conversación.
Mañana más.